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Un día negro para la cultura de la ciudad de Cáceres: El desmontaje del escudo de Pérez Comendador del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura

Antonio Manuel Barragán-Lancharro
En la mañana del 7 de abril se ha consumado una de las tropelías más graves que en materia cultural se ha producido en Cáceres. Un desatino que fácilmente podía haberse ahorrado, por ser innecesario, y que demuestra que sus promotores desconocían la historia de su edificio, la del propio escudo y sobre todo han olvidado todas las leyes que lo protegía por su carácter excepcional y artístico. Las personas que paseaban esta mañana por la zona, y con las que he podido hablar, todas estaban indignadas y nadie comprendía cómo se ha podido llegar a este estado de cosas «Â¿Por qué lo están quitando, eso es arte del bueno?». Afortunadamente, son las personas normales las que conservan el sentido común.
He tenido la oportunidad de ver de cerca parte de esos siete bloques que formaban el escudo. Eso sí que es arte, que desafortunadamente no es frecuente encontrarlo en nuestros días. No es fácil ejecutar una obra de tales características. En este tiempo me he preguntado cómo ese edificio tenía una muestra artística de gran categoría como ésta. El 17 de septiembre de 1949 se firmó el proyecto de restauración del Palacio de Justicia de Cáceres por los arquitectos José María Rodríguez-Cano y José Manuel González-Valcárcel. A estos dos maestros se les debe el más importante plan de restauración del patrimonio histórico de la provincia de Cáceres, llevado a cabo en la posguerra. Restauraron las murallas de Cáceres, el Palacio de Mayoralgo, el Palacio Episcopal, instalaron la primera iluminación artística de la Plaza de Santa María, etc. Pero a González-Valcárcel se le debe la rehabilitación del Monasterio de Yuste, del Arco de Cáparra o del Puente de Alcántara. Por su prestigio como reputado especialista fue llamado a dirigir las dos restauraciones del Teatro Real de Madrid.
Estos arquitectos buscaron a Pérez Comendador, consagrado escultor en aquella época, para que les diseñara un escudo de España que hiciera destacar al propio edificio. E imaginó un blasón tan interesante como enigmático porque no se correspondía con el modelo oficial. Un escudo intemporal, porque al igual que la estatua de San Pedro de Alcántara en la Plaza de Santa María, parece que llevaba allí siglos. Un impresionante altorrelieve que sobresalía más de medio metro y que recordaba a los escudos que de los Reyes Católicos existen en Granada o en Toledo, obra cumbre y prestigiosa de los canteros cacereños. Una obra de arte que la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 prohíbe en su articulado cualquier deslocalización como Bien de Interés Cultural. Pero además, esa misma norma dice que «se respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes». Se ha desoído la legislación a pesar de ser una excepcionalidad. Yo pido reflexión a las autoridades que lo han promovido por la comisión de este inmenso error.

2 Opiniones
  • Joshua

    07.04.2011

    El aguilucho, ¿no?.

  • Anita

    07.04.2011

    Eso es porque aparece un águila.

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