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Terciarios capuchinos logran rehabilitar a más del 70 por ciento de menores acogidos por delitos de violencia filio-parental

sanvicente
Más del 70 por ciento de los menores atendidos por los Terciarios Capuchinos (Amigonianos) en el centro de reeducación y cumplimiento de medidas judiciales "Colonia San Vicente Ferrer", de Godella (Valencia), después de haber cometido un delito de violencia filio-parental,
ha logrado su rehabilitación social con éxito.

En la actualidad, la “Colonia San Vicente Ferrer” acoge de forma interna a una treintena de chicos y chicas, de entre 15 y 18 años, cuyos padres o familiares los han denunciado por una agresión física o psicológica, según ha indicado hoy a la agencia AVAN su director, el religioso amigoniano José Miguel Bello.

La mayoría de casos son “agresiones psicológicas, amenazas continuas que merman mucho la capacidad educativa de los padres, y casos dramáticos de agresiones físicas”, según Bello que ha añadido que “cerca del 80 por ciento de los jóvenes con este perfil consumen drogas”.

En “los casos de violencia filio-parental la garantía de éxito en la intervención, en más del 70 por ciento, reside en el trabajo conjunto desde el centro con su familia y el propio menor aunque el cien por cien de los jóvenes atendidos mejoran, en general, por estar en el centro”, ha añadido.

Los menores con delitos de violencia filio-parental son atendidos en dos grupos específicos, llamados de “convivencia en grupo educativo”, que después de abrir en el año 2004 con diez casos, “se ha visto desbordado ante el aumento continuado en los últimos años”, según Bello.

Para el director de la Colonia las “posibles causas de este incremento” radican en la “falta de valores familiares de la sociedad actual, en la permisividad de los padres, que en ocasiones no controlan y no saben poner límites, ni sancionar las conductas negativas de sus hijos, porque son muy transigentes en la educación, o por el contrario, por ser muy autoritarios”.

La “Colonia San Vicente Ferrer”, cuya titularidad es de la Conselleria de Bienestar Social, aunque la gestión y tarea educativa es íntegra de los Terciarios Capuchinos, ayuda también a otros 50 jóvenes con problemas de delincuencia común, además de la problemática de violencia filio-parental.

Trabajando por los menores desde 1922

La entidad comenzó su labor en 1922, tras la constitución del Tribunal Tutelar de Menores de Valencia, creado al amparo de la primera Ley de Tribunales para Niños, aprobada en 1918, “por la cual, definitivamente, se daba un trato diferente a los menores, con respecto a las personas mayores delincuentes, que tenían problemas con la justicia o se encontraban en situación de desamparo”.

La terapia con todos ellos es similar, “aunque en cada caso está personalizada” y “teñida de rigor, cercanía y presencia continuada”, según José Miguel Bello, que ha asegurado que la “Colonia San Vicente Ferrer” es el único centro en España de estas características “atendido exclusivamente por educadores, y sin la figura del vigilante de seguridad”.

La Comunidad Valenciana cuenta con un total 9 centros de cumplimiento de medidas de internamiento para menores dictadas por la autoridad judicial.

Metodología “amigoniana”

La intervención educativa que se realiza en la Colonia San Vicente está basada en la “pedagogía amigoniana” siguiendo el carisma de su fundador Luis Amigó: ayudar a los jóvenes que se encuentran en “grave riesgo social” para “devolverlos al aprisco del Buen Pastor”, ha asegurado.

Así, los educadores, cuya presencia es continuada, aplican una metodología cognitivo-conductual, “en la que los comportamientos positivos o negativos de los chicos/as tienen consecuencias” y, además, “el trabajo no queda ahí: la riqueza de nuestro programa y proyecto es que el chaval recapacite y reflexione y acabe generando nuevas alternativas conductuales que le ayuden a afrontar su vida familiar y social de manera que no vuelva a cometer los mismos errores”. Se les enseña autocontrol, habilidades sociales, realizan talleres y actividades deportivas, “siempre con la presencia, coherencia y cercanía de los educadores”.

En la intervención también es “fundamental” el trabajo con los padres o familiares de los jóvenes, a los que se les enseñan también “pautas de crianza, cómo saber decir que no, cómo mantenerse firme en situaciones conflictivas, o cómo negociar con ellos”.

El centro, que es “semejante a una unidad familiar en la que los acogidos se responsabilizan también de las labores de la casa”, está integrado por 60 profesionales, de los que 50 son pedagogos, junto a religiosos, psicólogos, trabajadores sociales y personal auxiliar.

La “Colonia San Vicente Ferrer” trabaja de forma ininterrumpida desde 1922, “por lo que también somos el único centro de España que desde su inauguración continúa con esta labor inicial, aunque se ha ido adaptando a las diversas problemáticas sociales y legislaciones”.

Los jóvenes acogidos en la Colonia que “empiezan a recuperarse” son luego remitidos a otro centro en el Cabanyal, gestionado por la Fundación Amigó que, con la misma linea educativa, “continúa el tratamiento en chicos ya más o menos asentados”, ha indicado.

Se cuadruplican las denuncias en los últimos cinco años

Según datos de la Sociedad española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental, que ha sido recientemente presentada en Valencia, el problema de la violencia filio-parental afecta, en la actualidad, en España a “un 14 por ciento de nuestros jóvenes y se está dando en todos los ámbitos sociales y en todos los modelos de familia”.

“Este tipo de violencia es un problema social emergente que va a más y debemos de concienciar a la ciudadanía y a las administraciones para reducirlo”, según la entidad.

Así, las denuncias por este motivo “se han multiplicado por 4 en los últimos 5 años”. En 2012, se registraron casi 5.000 casos de padres agredidos por sus hijos. Según cifras oficiales, este tipo de violencia representa el 16,6 por ciento del total de procedimientos abiertos en la Fiscalía de Menores.

Fundador de los “amigonianos”

Fray Luis Amigó fundó el 11 de mayo de 1885, a la edad de 30 años, la congregación religiosa de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, a las que encomendó como principales misiones la atención de enfermos, el cuidado de los huérfanos y la educación integral de niños y jóvenes, especialmente aquéllos en riesgo de exclusión social, con el objetivo de procurar su reeducación e inserción en la sociedad. Igualmente, en 1889 Amigó fundó la congregación religiosa de los Terciarios Capuchinos, con el mismo carisma. 


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