El piso comenzó a hervir a las dos y media de la tarde al calor de los gritos y los zarandeos. Tres cuartos de hora después, quedó helado con los dos disparos que ejecutó Manuel, de 37 años: un tiro para su mujer, de la misma edad, y después otro para él. En la sien. La discusión acabó con dos cadáveres en el salón y con las hijas de ambos, de 10 y 14 años, muertas de miedo en la calle gritando que sus padres estaban discutiendo a pleno pulmón arriba. Manuel era cazador y tenía dos escopetas en casa.
Las niñas comprendieron que la pelea era grave, que no se trataba sólo de un puñado de insultos, y por eso primero buscaron refugio en el balcón y después decidieron, si es que podían pensar, que la acera era el mejor sitio para huir del infierno. Y enfilaron las escaleras lo más rápido que pudieron. Bendita decisión.
La calle --Enrique Valor de Paterna, en Valencia- era el lugar más seguro para ellas en esos momentos. Las dos alertaron de lo que estaba ocurriendo en casa. Gritaban que sus padres estaban discutiendo, que las cosas se estaban poniendo feas. Señalaban a la ventana. No dijeron nada de una pistola. Quizá porque no lo sabían, quizá porque Manuel todavía no la había sacado. Dos disparos secos rompieron el griterío de las niñas y silenciaron la escena. Todo se enmudeció. Se escucharon en la Comisaría de la Policía Nacional, próxima a la vivienda de Manuel y su familia. Segundos después, una patrulla llegaba al piso.
Los agentes encontraron al matrimonio sin vida en el suelo y no tuvieron ninguna duda. Se trataba de un nuevo caso de violencia machista. El patrón era idéntico a otros muchos: hombre mata a su pareja y después se quita de en medio. Estaban en trámites de separación y él tenía las maletas hechas. Enseguida se puso en marcha la maquinaria para rebuscar en el historial de la pareja. El cribado dio negativo. Manuel no tenía antecedentes judiciales ni policiales por malos tratos ni había una orden de alejamiento de su esposa, tal como precisaron fuentes del caso. Tampoco se ha encontrado ninguna denuncia cruzada entre ellos.
Según ha podido saber este periódico, Manuel era aficionado a la caza y tenía en su vivienda dos escopetas. Ambas armas, tenían el permiso en regla, tal como precisaron las mismas fuentes.
Hasta la casa también acudió una unidad del Servicio de Atención Médico Urgente (SAMU) pero ya no pudieron hacer nada por el matrimonio. Eso sí, tuvieron que atender a varias personas en la calle que presentaban cuadros de ansiedad. La madre de las pequeñas es la víctima número 48 de la Violencia de Género en España en lo que va de año. Una cifra que indica que las cosas siguen sin funcionar como deberían. La jornada de ayer fue especialmente trágica. Se saldó con tres muertos y una mujer herida además de con el suicidio de dos de los agresores.