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LOS ABUSOS DE LA BANCA Y LA DEJACIÃ"N DE FUNCIONES DE LOS PODERES PÚBLICOS: LA FISCALÍA Y LOS LEGISLADORES

Hace unos meses publiqué en mi blog un artículo acerca del mismo tema, en el que denunciaba una situación a la que se ven (nos vemos) abocados la mayor parte de los ciudadanos cuando hemos de recurrir a un banco para obtener financiación, ya sea para adquirir una vivienda o cualquier otro bien de consumo. A modo de introducción del que hoy nos ocupa, transcribo aquí parte de aquel escrito.

Hay días que, al comprobar los abusos, coacciones e incluso engaños a los que parte de la Banca somete a los ciudadanos que optan por acudir a "solicitar" (empezamos con la nomenclatura tendenciosa) un préstamo, personal o hipotecario, se dispara en mi una serie de resortes que, como un imán, me llevan al teclado con el fin de "vaciar" parte de mi creciente indignación. La Banca, haciendo uso y abuso de su casi ilimitado poder y de la privilegiada posición que le han ido otorgando los Gobiernos de ambos colores, se ensaña con sus clientes, forzándoles a adquirir una serie de productos que nada o muy poco tienen que ver con el propósito inicial: la "compra" de financiación. Me explico: ¿A quién (retorica pregunta ya que, a buen seguro, habrá casi tantos como ciudadanos de a pie que hayan osado "solicitar" un préstamo. excluidos altos cargos, grandes empresarios, políticos relevantes, etc.) de los potenciales lectores de este escrito, no le han coaccionado/vendido, junto con el préstamo, una ristra de lo que ellos, un tanto eufemísticamente llaman productos bancarios? Seguros de hogar, vida, pensiones, tarjetas, etc. haciéndoles ver que "es obligatorio" o que, si lo contrata (con su propia correduría-la del banco-, eso sí) se le practicará un descuento de unos céntimos sobre la oferta inicial. Haciendo un paralelismo gráfico, es como si entrásemos a un restaurante a cenar (no a solicitar una cena) y el jefe de comedor nos informase que, para comer en "su" local, tuviéramos que adquirir (al precio que se nos impusiera) cualquier otro producto: Ropa, productos informáticos, tabaco o billetes de avión. Le espetaríamos: "Oiga que yo solo vengo a cenar". Sin embargo, cuando "solicitamos" un crédito, estamos tan ansiosos por firmar e indefensos (nos espera una casa, un coche, un viaje, etc.), que firmamos (y nos inducen a creer que es "obligatorio") casi cualquier cosa que nos pongan delante. Sé de casos en los cuales, el firmante, se ha enterado meses e incluso años después, que había firmado (y pagado religiosamente) seguros que, aunque convenientes, no se han podido cotejar o comparar con los ofrecidos por otras fuentes o canales. Recordemos aquí que la Constitución Española, consagra el Libre Mercado y que "el Estado tiene el deber de proteger al consumidor frente a los comerciantes…" y que tenemos el derecho a adquirir cualquier producto a quien nos venga en gana. Cuando ya creí haberlo visto todo, ha caído en mis manos un contrato de "adquisición" de esas (ahora) famosas PARTICIPACIONES PREFERENTES (¡¡¡ no quiero saber cómo serán aquellas que el banco no las considere "preferentes"¡¡¡) En una de las 5 hojas de las que se compone el contrato, podemos encontrar esta "perla" (prometo que es literal): "El Cliente declara que ha sido informado por Banco Santander de que la realización de esta operación no es conveniente para él, atendiendo a sus conocimientos sobre el producto o instrumento financiero objeto de la misma, lo cual el Cliente reconoce y asume, y declara, asimismo que, a pesar de ello decide formalizar la presente operación a su solicitud y por su propia iniciativa" (el subrayado y la negrita son míos). Habría que darle un premio al menda que parió la frasecita. Debió estar muy atento en el Máster "Cómo obtener la autorización del robado para que le robes y salirse de rositas" de la Universidad de Chorizolandia. Cum Laude para el chaval. El contrato al que aludo, data de junio de 2009, cuando, al finalizar el primer año de una imposición a plazo fijo, el director de una sucursal del Santander, le propuso a una amiga mía japonesa el "pase del plazo fijo un nuevo producto que te va a dar un mayor interés". El Banco de Santander, entre otros, lleva años utilizando esta práctica, dirigida a sacar provecho de la cándida confianza de parte de su "distinguida clientela", ignorante de que esa confianza estaba siendo traicionada en el mismo momento en el que se le conminaba a firmar cláusulas como la de más arriba. ¿Cómo si no iba alguien a firmar semejante texto? ¿Quién si no iba a firmar un documento en el que se advierte de que NO TE CONVIENE contratarlo? Respuesta: Gente que, de buena fe confiaron en lo que les dijo la persona en quien nunca hubieran debido confiar, extranjeros con poco conocimiento del idioma (caso de la persona que contrató las preferentes cuyo contrato es el origen de este escrito), personas con escasa o casi nula formación en la mal llamada "cultura bancaria" (juntar ambas palabras seguidas, no solo es un oxímoron, sino casi una blasfemia), entre los cuales me encuentro (o mejor dicho, me encontraba hasta no ha mucho) y… finalmente todo tipo de analfabetos, tanto reales como funcionales, personas que no solo no saben leer ni escribir, sino que les llevaría años (como a muchos de nosotros que incluso somos capaces de juntar unas cuantas letras con cierta coherencia) entender el galimatías en el que, absolutamente conscientes de ello, han convertido un sencillo contrato con estas más sencillas todavía bases: te dejo mi dinero durante un tiempo determinado y tu (la banca)a cambio me pagas unos intereses. Más de un millón de afectados (presuntamente estafados, me atrevería a decir) en toda España. Mientras, el Gobierno de turno y "sus" autoridades económico-fiscales, de permanentes vacaciones. Feliz reentré a todos.

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