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Las circunstancias imprevistas

Luis del Pino

Raúl Capablanca fue un jugador de ajedrez cubano, que aprendió a jugar por si solo a la edad de cuatro años, sin más que observar las partidas entre su padre y sus amigos. En realidad, nació español, puesto que vino al mundo en Cuba en 1888, hijo de un oficial del ejército español, cuando la isla era aún parte de nuestro país.

Campeón del mundo de ajedrez entre 1921 y 1927, fue un jugador genial, conocido por sus finales de partida extraordinarios y por la rapidez de su juego. También era famoso por su tremenda simpatía, por su extrovertido carácter y por su éxito con las mujeres, entre las que causaba furor.

En 1929, Capablanca se había desplazado a la ciudad de Carlsbad para jugar un torneo. Le acompañaba en el viaje su amante y el cubano estaba disfrutando del torneo de lo lindo. Después de las primeras quince rondas, no había perdido ni una sola partida y lideraba la clasificación. Pero todo cambió en la ronda decimosexta.

Aquella mañana, Capablanca se enfrentaba al alemán Samisch, mucho peor jugador que él y que además no estaba en su mejor momento. Imagínense ustedes la escena y el humor excelente que debía de tener Capablanca: el entorno era maravilloso, el público lo adoraba, iba primero en la clasificación, se enfrentaba a un rival muy fácil y su atractiva y joven amante lo esperaba en la habitación para cuando terminara de machacar a su oponente.

Y, sin embargo, todos sus planes del día se vinieron abajo, cuando de repente se presentó por sorpresa en la sala de juego la mujer de Capablanca. Su mujer legítima.

El jugador cubano, que tanto estaba disfrutando de su viaje y del torneo, se encontró de buenas a primeras con su mujer en la sala, con su amante esperándole en la habitación y con una partida que jugar. Con los nervios, cometió un error infantil, perdió la partida y terminó perdiendo el torneo unos días después.

Como ven, hasta el mejor de los planes se puede venir abajo por una circunstancia inesperada y hasta el más grande maestro comete errores si la presión externa es suficientemente fuerte.

El Partido Socialista es experto a la hora de manejar los tiempos. Lo ha demostrado por activa y por pasiva en el gobierno y en la oposición, sabiendo coordinar casi siempre de forma magistral sus iniciativas políticas con las ofensivas mediáticas, con las actuaciones judiciales, con las citas electorales y con los calendarios de actos de gobierno y de partido.

El PSOE domina - siempre lo ha hecho - el arte de sincronizar los distintos instrumentos de la acción política, formando una orquesta perfectamente armónica y que interpreta su partitura con un único objetivo: conseguir y mantener el poder a toda costa.

De no haber mediado ninguna circunstancia imprevista, el PSOE no habría tenido excesivos problemas en llevar a término todos sus planes: su hoja de ruta de negociación con ETA, su calendario de demolición constitucional y su pretensión de revalidar en 2012 la victoria electoral.

Pero hete aquí que, de repente, ha hecho su aparición - en esa sala llamada España donde se juega la partida - doña Economía, esa mujer legítima del Gobierno, que no soporta ni las mentiras, ni las infidelidades. Y doña Economía se ha presentado además con las del Beri, harta ya de que su marido el Gobierno dilapide la fortuna familiar en amantes y en lujos, y dispuesta a montar un escándalo y a cruzarle la cara en el momento más inoportuno. Desde que hiciera su aparición la buena señora con cara de crisis, todo se le vuelven pulgas a ese perro flaco llamado Zapatero.

Los problemas se le acumulan al PSOE encima de la mesa, sin que atine a pergeñar ninguna jugada ganadora. Y cada nueva circunstancia inesperada, aunque sea de carácter menor, provoca en el PSOE reacciones casi espasmódicas, como si hubiera perdido toda capacidad de manipulación y control de la opinión pública.

Las partidas, por supuesto, no se terminan hasta que alguien tira la toalla, hasta que se acaba el tiempo o hasta que se producen el jaque mate o las tablas. Así que el PSOE no ha perdido aún la partida, ni el torneo.

Pero las cosas pintan mal para ese Partido Socialista que no hace tanto parecía imbatible. Veremos cómo responde Zapatero si hoy, en las elecciones catalanas, la ciudadanía le da jaque, como prevén las encuestas.

Publicado en Libertad Digital y aturizado a Valencia Opinión Revista.es

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