por Vicente Nadal

La política y el político, siempre lo he entendido como un servicio a los ciudadanos. Cada uno representa unas ideas diferentes, cada partido, presenta un programa (aun que luego no se cumpla, como sucede)

Muchas veces por más marketing y sobre todo la izquierda y con más medios de comunicación afines a ella, se vende y se moviliza más que la derecha (aun que estos ya no quieren llamarse así).

Hoy vivimos en una sociedad, donde el político es un nuevo "status" unas personas con una nueva clase de vida diferente. Una nueva profesión o un nuevo arte, con vocación. El que entra en política y es político profesional ya no quiere abandonar esa nueva manera de vivida, de trabajar, de cargo o actividad.

Ejemplos de estas personas las hay y muchas en todos los partidos, y ahora no voy a nombrar a ninguno. Que llevan toda su vida dedicado a la política, más creo que si saliera de esta, no sabría que hacer. ¿Entonces es político es una persona al servicio de los ciudadanos? o ¿Este servicio, y este acercamiento a la sociedad, es solo en campañas electorales?

Una vez estos políticos juran o prometen sus cargos, deberían de cumplir con sus obligaciones, no olvidar a la ciudadanía, que pagan sus impuestos para ser atendidos de sus problemas y sus preocupaciones, les gustaría que les recibiera alguien. Aunque sea algún asesor de esta gente (que tienen asesores) pero les resulta más fácil no coger el teléfono, no contestar a sus e-mails.

Ellos, con el trabajo que tienen que no lo niego, pasan ya ha pertenecer a esta nueva sociedad, a este nuevo "status" y por desgracia a su afán de poder.

No creo que ningún político este obligado, ha ser ni Concejal de ninguna ciudad, ni Diputado provincial, ni autonómico, ni nacional. Si entran en política, entran en una carrera, de servicio y función a la ciudadanía.

Desgraciadamente no es así. Hoy la política es una carrera, una dedicación, ya casi de por vida, y no un servicio y oír los sentimientos de los ciudadanos, y más ahora. Que muchos que les votaron están en los lumbrales de la pobreza y de la desesperación.