Valencia Opinión Revista - Noticias de la Comunidad Valenciana y sus pueblos

La democracia, Marcelino Camacho. Valle de los Caídos

Pio Moa

En Nueva historia de España he sostenido la tesis de que, contra la clasificación aristotélica de monarquía, aristocracia y democracia, todos los regímenes estables son a la vez monárquicos, oligárquicos y democráticos. En todos, forzosamente, existe una cabeza del poder o monarca (Los experimentos con varios "monarcas" simultáneos no han solido ser fructíferos ni duraderos) un grupo u oligarquía que apoya al monarca y organiza o hace funcionar el estado, algo que no puede hacer el monarca por sí solo y la aquiescencia más o menos profunda de la mayoría de la población, es decir, la democracia. El estado surge siempre de la sociedad, y aunque puede estar enfrentado a la mayoría o imponerse por el terror, cuando la mayoría no reconoce ese poder como legítimo, este rara vez se estabiliza (un ejemplo típico de rechazo popular fue el caso de José I en España).

La necesidad de un poder político deriva de la intensa individuación del ser humano, lo que hace que la sociedad sea un hervidero de ideas, intereses, sentimientos y anhelos diversos u opuestos, que tienden a la disgregación y al choque. Es preciso un poder que los armonice en alguna medida e impida la desintegración social. Así, toda sociedad tiene algún tipo de Constitución, expresa o implícita, es decir, unas leyes y principios de legitimidad más o menos aceptados -nunca por completo--, y un aparato coercitivo capaz de aplicarlos usando una violencia que se considera legítima.

La expresión democracia, por otra parte, es contradictoria en sí misma. El poder, por naturaleza, se ejerce sobre otros, y ¿sobre quiénes podría ejercerlo el pueblo? Aparte de que el pueblo no es un bloque con voluntad única, siempre existen en él tendencias diversas y aun opuestas. El poder siempre lo ejerce una oligarquía capitaneada por alguien. Carecen así de realidad expresiones como "poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" o "nosotros, el pueblo de los Estados Unidos", como reza la Constitución useña, elaborada no por el pueblo sino por unos líderes.

Con todo, la clasificación aristotélica tiene cierto valor indicativo. En algunos regímenes el poder del monarca es mayor que en otros (el monarca absoluto tenía más poder que el monarca autoritario, por ejemplo), y lo mismo los poderes de las oligarquías (mayores en Aragón que en Castilla, por ejemplo, sin que ello significase más democracia y sí más opresión para el pueblo llano) y la influencia del pueblo sobre las decisiones políticas puede tener muchos grados (Cuanto más grados, más "democrático" consideramos el poder). En España, que puede considerarse cuna del parlamentarismo por las Cortes de León, se dio también una de las primeras formulaciones teóricas de la democracia al especificar que si el poder viene de Dios, lo hace a través del pueblo: otras interpretaciones comunes en Europa afirmaban que el poder de origen divino del monarca sin ninguna intermediación, por lo que su soberana decisión constituía la ley, sin más.

En Atenas, la democracia (muy imperialista) se interpretaba como la supresión de un monarca y de una oligarquía permanentes, lo cual dio lugar a una considerable inestabilidad y convulsiones. Lo que hoy entendemos por democracia parte de la admisión implícita de diversas oligarquías que mandan de modo efectivo y de la elección entre ellas por sufragio universal, acompañada de ciertas limitaciones al poder teorizadas por el liberalismo. Aunque la democracia se ha adjetivado de muchas formas solo puede ser liberal. La democracia es propiamente el liberalismo más las elecciones. Estas tienen gran importancia porque son el modo pacífico de resolver la oposición entre distintas alternativas e intereses. Otras formas de democracia conducen directamente al poder absoluto que nunca es del pueblo -aunque este le haya dado su apoyo en unas elecciones--, sino de una oligarquía que en nombre de él oprime primero a las minorías y finalmente a la mayoría.


2 Opiniones
  • Andrés García

    14.11.2010

    Me uno totalmente, a la opinión de Andres Castellano. No somo la mitad de españoles, la guerra termino hace muños años. Franco murio hace años. Hubo una transición, un perdón de todos los españoles. Ya esta bien de historias! de querernos enfrentar, España quiere vivir en paz y libertad, cada uno pensar como quiera. Zapatero, no lleva al enfrentamiento. Tengo 20 años, solo he conocido España en democracia, y con este gobierno volvemos al enfrentamiento. Ya esta bien. Que dejen el Valle de los caidos como estaba, que se pueda hacer culto. Como respeto igualmente que los maricones y lesvianas se casen. Libertad y solo Libertad! Es lo que pido y deseo y no enfrentamientos.

  • SO. ANDRÉS CASTELLANO MARTÍ.

    14.11.2010

    REPITO LO DICHO EN OTRO LUGAR: Lo que sumo a la opinión del Señor Moa: Aquí el que se aburre es por que quiere, y dado que por lo que se ve, una mitad de los españoles aun siguen anclados en la nefasta guerra civil de 1936, no estaría mal que la continuáramos otros tres años más en armas, matándonos unos a otros, y otros setenta en dale que te pego, pues si puedo te desgracio, pues yo soy el bueno y tu eres el malo. Aquí para empezar a calentar el ambiente hay que resucitar el slogan de las clases proletarias de segar cuellos, hoz en mano detrás de los curas y los frailes, y también de las monjas, y de todo aquel que tenga como rico dos casas, dos coches, dos bicicletas, dos patos y dos gallinas que tenga más de mil euros en el banco. El reparto de bienes es un buen tema que anima siempre a los que no los tienen. También podemos resucitar a todos los milicianos para que acudan a defender Madrid, pues allí vive el gobierno y este es de izquierdas, pero no se puede consentir que lo tomen los fascistas de la derecha. Y para terminar, gane quien gane la contienda que a España la deja en la miseria, pues que se fusile a todos los contrarios, cosa democrática que funciona bien y llena de héroes tontos la historia, pues los héroes listos siempre se escapan antes de que todo termine. Hay que resucitar el fusilar a todos los que se pueda durante la guerra y después de ella, es la cosa más española que podemos hacer. Y trabajar por la prosperidad de España, que trabaje Rita la Cantaora. Y razonar, que razone Cicerón. Nosotros ahora tal como pinto Goya, a darnos mamporros. So. Andrés Castellano Martí. Gracias.

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