La Cultura Ibérica empieza casi a finales del siglo VI a.C. motivada por un desarrollo de los pueblos de la Edad del Bronce y del Hierro antiguo, con aportaciones técnicas y culturales que recibieron de otros pueblos mediterráneos como es el caso de los fenicios, creando una red comercial a través de la cual se intercambiaron ánforas con vino, aceite o salazones o telas. Los iberos ocuparon toda la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo, pues en el siglo I a. C., y después de más de cien años de haber sido incorporados a la República Romana como provincia de Hispania, esta cultura se romaniza completamente. Cuando se entra a formar parte de la República Romana, después de la II Guerra Púnica, no vuelve a revitalizarse la población. Los asentamientos tienen muy poca duración a lo largo del siglo II a.C... La zona adoptó los hábitos romanos, más por el propio desarrollo histórico que pasa por querer emular las costumbres y la forma de vida de las clases sociales altas romanas. La Cultura Ibérica no es una sociedad uniforme. El desarrollo lógico de cualquier cultura marca una serie de etapas que se han denominado Ibérico antiguo, pleno y tardío. Este espacio geográfico los autores de la Antigüedad Clásica lo denominan Iberia, de ahí el nombre de iberos y también el nombre de la península. Toda esta amplia zona geográfica presentará durante el desarrollo de la Cultura Ibérica una cierta unidad cultural señalada tanto por los materiales, como por la estructura social y económica. Entre el material que conforma el amplio y variado ajuar ibérico, el elemento principal que les identifica más es la cerámica. Son los primeros indígenas que por influencia fenicia usan el torno de alfarero, cuecen las vasijas en hornos cerrados y la decoran con pintura. Durante el Ibérico pleno al elenco de formas cerámicas se añaden algunas procedentes de la alfarería griega. Ya en los últimos dos siglos, la cerámica ibérica presenta una evolución que se ve sobre todo en la decoración, pues junto a la temática geométrica se suman formas vegetales que ofrecen un mayor ritmo a la decoración. Los alfareros ibéricos copian algunas formas de las vasijas de barniz negro de Italia, y destaca una vasija peculiar y típica de la Cultura Ibérica. La cerámica se usó no solo para hacer vasijas tanto de almacenaje, transporte, preparación de alimentos, etc., sino incluso en otra amplia gama de sectores, como es el caso de la producción o el religioso, así hay toberas, soportes, embudos, etc., un amplio abanico de formas que son de gran ayuda para conocer su desarrollo. Son los primeros que también por influencia fenicia, utilizan utensilios y herramientas de hierro. Los elementos de bronce en la indumentaria es la única muestra de la vestimenta de los iberos que se conoce. La túnica era la principal prenda de vestir, con pequeño faldellín para los hombres, y hasta los pies para las mujeres, siempre cogido por un cinturón con hebilla de bronce o damasquinada en plata. Un elemento de gran riqueza dentro de la Cultura Ibérica es la escultura, que se localiza en el sur y el sudeste, estando prácticamente ausente en la región valenciana, catalana y francesa. Aparece la escritura con muestras sobre cerámica y láminas de plomo, que toma los grafismos del alfabeto fenicio. Parece ser que la lengua con la que se escribe es estándar, que tiene un fin primordialmente comercial, aunque también hay escritura de carácter religioso. Invocaban a los dioses, pidiendo fecundidad y salud tanto para las personas como para el ganado y las cosechas. En los santuarios se depositaban exvotos (pequeñas estatuillas de bronce representando animales, personas, o partes del cuerpo). La existencia de un complejo ritual para los enterramientos denuncia las fuertes creencias que los iberos tenían sobre el más allá. Desde la propia muerte, la cremación de los cuerpos, y el depósito de los restos en las necrópolis. Todo lo que se ha ido exponiendo de los iberos es una muestra de la complejidad social y económica que este pueblo de la Antigüedad había adquirido. La gran riqueza económica era indudablemente la agropecuaria, el cultivo de los cereales es el más abundante, pero también se conoce el del olivo o la vid.