Valencia Opinión Revista - Noticias de la Comunidad Valenciana y sus pueblos

El Cuarto Poder

Carlos Dómine
El Estado moderno, cincelado al ritmo marcado por la Revolución Francesa, asomó su cara, allá a finales del XVIII, alzándose sobre un taburete de tres patas: la separación de los poderes, transfigurada en un poder judicial, que juzga, un poder legislativo, que decide, y un poder ejecutivo, que ejecuta dichas decisiones.

Con el devenir de los años, hemos podido observar cómo esa triple partición funciona, siempre que dichas patitas permanezcan bien separadas. Democracias reales y avanzadas -como la estadounidense, la británica o la gala- han asentado su progreso en esa separación, más o menos pura.

Simulacros de democracia -como la española-, por el contrario, han reafirmado su incapacidad y descrédito borrando las líneas que separan los susodichos poderes:

En la baqueteada España, asistimos a una vergonzosa confusión entre el poder ejecutivo y el legislativo: el presidente del Gobierno es elegido por el legislativo, y no directamente por el pueblo. Nos ahorran, así, nuestros bienintencionados gobernantes, la "molestia" de asistir a citas electorales diferentes -una para el ejecutivo y otra para el legislativo- como, por el contrario, sucede en democracias reales, como la estadounidense.

El poder judicial tampoco se salva de este melting pot de confusión y, por ende, asistimos al lamentable espectáculo de una cúpula del Tribunal Supremo, de un Consejo General del Poder Judicial y de un Tribunal Constitucional, pactados entre los distintos partidos y de un fiscal general del Estado nombrado directamente por el ejecutivo. Un tres por uno de oferta, vamos: usted elige al legislativo y nosotros decidimos por usted el ejecutivo y el judicial.

Para más inri, nos han "dotado", además, de un Jefe de Estado que nadie ha elegido y que -si hacemos la concesión de que lo "eligieron" aquellos antepasados nuestros que aprobaron la Constitución de 1978-, al menos, nos impiden revalidar democrática y periódicamente.

En España, pues, sólo existe un poder real: el legislativo. O el legislativoejecutivo, que, para el caso, es lo mismo.

Se impone, pues, la apremiante necesidad de una separación auténtica de poderes, democrática, cuyo único camino es el entierro -o la incineración, más a la moda- de esta Constitución.

Abogo, además, por la creación de un nuevo poder. Un cuarto poder, que no sería, en este caso, el de la prensa.

Un cuarto poder que podríamos llamar el poder Auditor, o Controlador -como ustedes prefieran.

Un cuarto poder conformado por todos los grupos de la oposición, menos el partido gobernante.

Un cuarto poder que tuviera la capacidad auditora de investigar libre e inmediatamente cualquier acción del ejecutivo que empezara a pisar con sus deditos la frontera entre la legalidad y la ilegalidad. Un cuarto poder que pudiera investigar -por todos los medios y sin la mediación de fiscales generales del Estado nombrados por el propio Gobierno- los casos faisanes, los onceemes, los gales y tantos otros casos encerrados en el cobarde baúl del silencio.

Aquí dejo esta propuesta y espero que mi voz deje de clamar en el desierto.


5 Opiniones
  • casilla

    04.02.2011

    Quizás un cuarto poder seria demasiado costoso, ademas de una transición bastante traumatica de nuestro sistema gubernamental, es mal momento, quizás si que habría que crear "algún ministerio" a modo de tribunal ético y que sea totalmente independiente de todo órgano judicial, que solo trabaje para controlar las mentiras, los actos y todos los movimientos susceptibles de corrupción del gobierno. Por supuesto se deberían tocar algunas leyes para recortarle privilegios a los políticos, son demasiado listos y han sabido blindarse bien. Coordinadora ciudadana

  • MARY

    03.02.2011

    Que bueno Carlos muy bien explicado y totalmente de acuerdo en lo del cuarto poder, muy bueno

  • Fernando R Prieto

    03.02.2011

    En vez de más poderes, debería intentarse que funvcionen los que hay, liberándoles de la partitocracia que les pervierte. Debe exigirse por la sociedad civil incluso una reforma de la Constitución para sacar las sucias pezuñas de los partidos de muchos sitios.

  • Figueras.

    03.02.2011

    Seria muy complicado ponerlo en practica,pero si se pudiera,ese poder se podria encargar de chequear los programas electorales de los dos grandes partidos o cualesquiera que llegan al poder y antes de cada una de las elecciones generales difundir a los cuatro vientos, que han cumplido y que no han cumplido y se acabaria por ejemplo eso de VAMOS A CONSEGUIR EL PLENO EMPLEO,etc,etc.

  • Juan Pérez González

    03.02.2011

    Estimago amigo: Lo que tú propones supone una auténtica revolución jurídica para la que sociedad española anestesiada via subvenciones no está preparada. Todo ello sin incluir una derogación de la actual Constitución y la elaboración de una nueva Carta Magna de complicado encaje con el actual sistema electoral. En cualquier caso es cierto que, en tanto en cuanto no resucitemos a Montesquieu matado y enterrado por Guerra,y mucho me temo que a ninguna formación el arco parlamentario le interesa, estamos condenados a sufrir los desmanes de una partitocracia imperante. Saludos.

Dinos lo que piensas, deja tu comentario
10744 + 1

Campos obligatorios (*)

El email no será publicado.

Por seguridad, toda etiqueta HTML será reemplazadas a texto