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Bancarrota

Alfonso Pérez Duval

Una quiebra o bancarrota es una situación jurídica en la que una persona física, empresa o institución no puede hacer frente a los pagos que debe realizar (pasivo exigible), porque éstos son superiores a sus recursos económicos disponibles (activos).

Es una situación de insolvencia generalizada, permanente en el tiempo, susceptible de ser apreciada objetivamente a través de hechos indiciados de quiebra, de tal magnitud que se torna insalvable para el deudor fallido.

Cuando se da este caso, el fallido no puede administrar sus bienes, dicha administración pasa a un tercero llamado síndico o interventor judicial.

Las deudas a plazo pendiente se tornan vencidas e inmediatamente exigibles.

Se fijan los derechos de los acreedores, es decir, estos no pueden mejorar su situación con posterioridad a la declaratoria de quiebra.

Se acumulan todos los juicios pendientes contra el deudor fallido para ante el juez que está conociendo de la quiebra.

Los acreedores pierden el derecho de ejecutar individualmente al deudor fallido.

Se le confiere al deudor fallido el derecho de pedir alimentos a la masa de acreedores.

En España, la Ley Concursal vigente (Ley 22/2003, de 9 de julio, concursal.) permite a las personas físicas y jurídicas negociar con los acreedores y detener la ejecución de sus bienes por deudas impagas.

No obstante, conviene aclarar que la Ley Concursal no perdona la deuda sino que prevé mecanismos para favorecer a sus titulares el pago de acuerdo a sus posibilidades, mediante reducciones o un aplazamiento de cinco años.

Así pues según lo dicho nada impide a una institución como lo es un gobierno entrar en bancarrota.

Que gobierno estará pues en bancarrota, aquel que falle en el pago de sus deudas exigibles y no consiga llegar a un acuerdo con sus acreedores para el pago de las mismas.

Como aunque no se diga en realidad las deudas de un gobierno son deudas de sus ciudadanos todos, esto es que son esos ciudadanos los que responden con todos sus bienes tanto actuales como futuros, es muy difícil que un estado llegue a la bancarrota, pero se han dado casos, en España también.

Hubo una época en la que el solo nombre de España provocaba pavor en Europa.

Hoy, sin necesidad de los legendarios tercios, el viejo continente también tiembla al oír nuestro nombre, aunque esta vez por razones distintas.

Nuestros vecinos temen que sus economías puedan verse atrapadas por el remolino provocado por nuestro hundimiento económico.

¿Se puede dar el caso de la bancarrota del Gobierno de España?

Como posibilidad existe, como existe para el Gobierno de EEUU o cualquier otra institución, empresa o persona física.

Realmente no es este el caso con la España actual.

Pero eso no quiere decir que no tengamos que tomar las medidas adecuadas si no queremos que la historia se repita.

Porque el Gobierno de España ya entró en bancarrota en el pasado.

La primera vez, paradójicamente, se produjo en un periodo de plena expansión, durante el Siglo de Oro.

Solo un año después de su llegada al trono, Felipe II se vio obligado a proclamar la primera bancarrota de las arcas españolas, un hecho que se repitió en dos ocasiones durante su reinado (en 1575 y 1596, concretamente).

En 1607, España volvía a proclamar la bancarrota, el mismo año en que se hundía la familia Fugger, los prestamistas que habían ayudado a Carlos V a alcanzar el título de emperador, quizás por su exceso de confianza en la deuda española.

La guerra con la Francia revolucionaria acarreó nuevas deudas para una decadente España, que comenzó de una manera un tanto precaria un desastroso siglo en el que la bancarrota sería un constante en la vida del país, siendo declarada hasta en seis.

Hoy, como en el pasado la bancarrota de un gobierno es una pasadilla para sus acreedores privados, los cuales inteligentemente han creado toda una serie de mecanismos financieros para socializar sus posibles perdidas, para que su dinero esté seguro y sean los ciudadanos quienes carguen con la posible bancarrota ocasionada por los políticos despilfarradores, políticos que en su mayor parte están a su servicio.

LA CASTA PARASITARIA ha generado un SISTEMA que le permite vivir tranquilamente explotando al pueblo que soporta su dominación, un pueblo que en muchos países ni si quiera es consciente de lo que sucede pues las palabras ya no son fieles a su antiguo significado.

Cuando un ciudadano ve la televisión debería tener un traductor automático que le permitiera conocer la verdad de lo que pasa.

Traducir mercados por LADRONES Y USUREROS.

Traducir la elite dirigente por LA CASTA PARASITARIA.

Con sólo esta operación se entenderían muchas cosas.

Entre ellas la situación que se está dando en España.

Los mercados acosan a España para que su elite dirigente tome medidas para evitar la bancarrota.

Traducción automática = Los LADRONES Y USUREROS acosan a España para que su CASTA PARASITARIA tome medidas para evitar la bancarrota.

La pregunta que nos hacemos todos es ¿Qué medidas?

Pues están muy claras, reforzar el SISTEMA en su beneficio como siempre.

El pueblo, usted y yo, saldremos perdiendo, los ciudadanos seremos más pobres y débiles, la CASTA PARASITARIA será más rica y poderosa.

Para darse cuenta de lo que digo es verdad, sólo hay que ver las encuestas del CIS que dicen que durante esta crisis, han aumentado los millonarios en €uros en España.

Claro que eso no se refleja en Hacienda, los ricos españoles a penas pagan impuestos.

La crisis la esta pagando la clase media con sus bienes y la clase baja con un paro bestial, con hambre y carencia manifiesta de ayudas sociales.

HASTA CUANDO.


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