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A vueltas con el 11-s y el 11-m

Pío Moa

Me pregunta un amigo cuál es la diferencia entre la conspiranoia del 11-s y la del 11-m. A mi entender, es la siguiente: la primera se basa en una cadena de hipótesis y la segunda parte de hechos, por lo que no es conspiranoia. La primera se basa en el supuesto, muy improbable, de un gobierno useño que masacra a sus propios ciudadanos a fin de justificar la agresión a un país cuyo valor estratégico y económico es más que cuestionable, o para apoderarse del petróleo de Irak, del que necesitaba apoderarse tanto como del de Arabia Saudí o Kuwait. Suena más lógica y coherente la explicación oficial de que se trataba de castigar a los organizadores de un atentado tan feroz como el de las torres gemelas, un régimen cuyo impulso talibanesco amenazaba a países vecinos. E imaginar un plan combinando el ataque de los aviones, previo secuestro, con voladuras internas, resulta excesivamente rebuscado. E innecesario, por cuanto los terroristas islámicos ya habían atentado con explosivos contra las torres, o sea, que podría haberse presentado la cosa como un nuevo atentado del mismo estilo, pero más refinado por la experiencia, en lugar de utilizar los aviones. Por supuesto, Al Qaida no existiría, sería un invento de la CIA para justificar su insondable maldad, y en Afganistán no habría más que unos desarrapados… Y, claro está, la democracia useña sería un cuento: en la práctica sería tan oscurantista y engañosa como el régimen soviético, con toda la clase política comprometida en las más horrendas maquinaciones. Sobre el sacrificio de los propios conciudadanos para justificar la agresión, se invoca el caso del Maine, dando por supuesto que fue algo parejo, lo que no pasa de ser otra hipótesis no basada en pruebas (aunque la utilización del incidente como pretexto para la guerra es un hecho, no una hipótesis). Lo propio de la conspiranoia consiste en apoyar unas hipótesis en otras a partir de una convicción inamovible, en este caso la supuesta maldad absoluta del gobierno useño, movido por un afán obsesivo de dinero y petróleo, por encima de cualquier otra consideración: siendo tan malvado, ¿cómo extrañarse de que haga las cosas más retorcidas que puedan ocurrírsele al conspiranoico? (algo parecido ocurre con lo del alunizaje: al conspiranoico se le ocurren objeciones como la supuesta ausencia de tanques de combustible o la ausencia de estrellas en las fotografías. Pero si los forjadores del montaje lunar eran tan listos -además eran científicos de primer orden-- ¿cómo no cayeron en esas aparentes obviedades, que se le ocurren a cualquiera, sin apenas necesidad de conocimientos científicos?)

El 11-m, es algo muy diferente. La acusación primaria de la izquierda fue que se trató de un castigo islámico (doloroso pero en cierto modo merecido y en definitiva beneficioso políticamente para la propia izquierda) por la (inexistente) intervención bélica de Aznar en la guerra de Irak (en cambio no hubo un atentado comparable en Inglaterra u otros países que sí participaron con tropas). Esa versión fue abandonada por el juez Bermúdez, el cual supone que unos cuantos islamistas, en combinación con un minero español medio loco, habían realizado la matanza cn goma2 ECO, sin relación con Irak ni otro objetivo preciso, y sin autoría intelectual, lo cual resulta tan extraño o rebuscado en cierto sentido, como la pretensión de que las torres gemelas fueron destruidas por una mezcla de aviones y demolición interna. Hoy sabemos que el explosivo fue otro, por lo menos en algunos trenes -y esto no es una hipótesis--, lo cual hace tambalearse --por lo menos-- toda la versión oficial. Sabemos además, y tampoco es una hipótesis, que varios de los supuestos autores eran confidentes de la policía española o estaban controlados por esta. Tampoco es una hipótesis que algunos policías mintieron deliberadamente. O que se presentaron falsas pruebas. O que los trenes objeto del atentado, con todas las pruebas que pudieran conservar, fueron lavados y destruidos rápidamente. Y sabemos que nada de esto fue adecuadamente investigado en el proceso. Sobre la honradez del juez del caso sabemos también que intentó -por lo menos lo intentó su esposa con la colaboración de él—explotar económicamente el sensacional caso (tampoco es una hipótesis), y que hizo manifestaciones abiertamente políticas que un juez no puede hacer en democracia.

Sabemos por tanto, que la versión oficial no se sostiene, y no hay en ello la menor conspiranoia. Es lógico y obligado, a partir de ahí, hacer especulaciones sobre la autoría y objetivos del atentado, pero mientras no haya pruebas precisas, se tratará de hipótesis más o menos razonables. Aunque algunos confunden las cosas y dan por seguras esas hipótesis. La experiencia demuestra que muchas hipótesis aparentemente muy bien elaboradas se vienen abajo ante un hecho real inesperado o que se había pasado por alto.


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