Valencia Opinión Revista - Noticias de la Comunidad Valenciana y sus pueblos

La perversión del lenguaje

Carlos Dómine

Hace unos días conocimos todos la brutal agresión sufrida por el consejero de Cultura y Turismo de la Región de Murcia, Pedro Alberto Cruz, por parte de una serie de exaltados individuos, reciente cosecha del ambiente de crispación que el socialismo ha instalado en toda España con su Ley de Memoria -no sé si Histórica- pero sí histérica.

No voy a hablar aquí del vergonzoso asunto en cuestión ni de la hipocresía de la izquierda -que de progresista sólo tiene su progresión hacia el enfrentamiento civil-, sino del empleo de la lengua en la descripción de sucesos de semejante cariz.

La mayoría de los medios de comunicación describieron a los energúmenos agresores como "radicales", "exaltados" o "antisistema". Pero nunca emplearon el adjetivo que hubiera venido aquí al pelo: "ultras".

Tímidamente, el grupo Intereconomía se atevió a hablar de "ultraizquierdistas", especificando el pie político del que cojeaban los susodichos, pero sin emplear el rotundo término que debieran haber usado: "ultras". Ultras a secas.

¿Por qué ningún medio de comunicación utilizó, pues, este vocablo, que hubiese sido más apropiado para describir el sonrojante suceso...? Precisamente por la perversión del lenguaje a la que nos ha conducido progresivamente, tras años y años de colectivo lavado cerebral, la hipócrita propaganda de la izquierda española. Hoy en día, cualquier comportamiento brutal, totalitario, exaltado se adjudica en nuestro imaginario político automáticamente a la ultraderecha y, por tal razón, "ultra" ha pasado a significar, simplemente, "de extrema derecha". La perversión del lenguaje ha llegado incluso a la Real Academia Española, y si no, comprueben la segunda acepción del mencionado vocablo que dicta el DRAE. En el académico diccionario no se deja lugar para la acepción "extremista político", sino que se adjudica exclusivamente a la extrema derecha. Nada que pueda sorprendernos -por otra parte- desde que la real institución -que cada día roza más la irrealidad- se fuera poblando progresivamente de "progresistas" académicos, muchos de los cuales no sabemos qué méritos han blandido para alcanzar semejante honor.

Un ultra, hoy por hoy, es un señor de derechas, mientras que cualquier brutoide del ala siniestra del panorama político, sería, simplemente, un "radical" o un "antisistema" que -por supuesto- suena mejor.

La perversión del lenguaje cotidiano sigue y sigue, y podemos percibir otros ejemplos similares, como el empleo continuo y sin rubor de la palabra "fascista" dirigida tan solo hacia todo aquel que no comulgue con el ideario de la izquierda.

Ante tamaña acumulación de despropósitos, que sólo pretenden horadar como un berbiquí nuestra capacidad intelectiva de aprehensión de la realidad, sólo diré una cosa:

Non plus ultra, Zapatero.

Non plus ultra...


1 Opiniones
  • Fuerza nueva

    30.01.2011

    Bajo mi punto de vista, creo que no es el lenguaje el que define al extremista, tanto de derechas como el de izquierdas,me pongo yo como ejemplo, estoy en rebdía cotidiana, ya que no estoy deacuerdo con este sistema democrático bananero y corrupto,mi pensamiento no esta ni a la dercha, ni a la izquierda, mi postura no tiene obción, pero me considero un " rebelde " contra el sistema. Fiel a mi condición de hombre libre me declaro en rebeldía frente al estado tiránico que aherroga mi condición de hombre libre y luchare por estos y por aquellos medios para denunciar al sistema. Deberiamos tomar ejemplo en estos paises los cuales en estos días el pueblo ya harto de dictaduras y corrupcines, ha salido a las calles en plan revolucionarío, ¿ qué pasaría ? si la mayoría de españoles tomaramos dicha iniciativa revolucionaría contra el sistema bananero y corrupto español.

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